Recientemente rescataba la entrada al blog en la que estamos reflexionando y buscando una definición común, o al menos un espacio de entendimiento de lo que significa aprender. Por cierto, sigue en construcción, participa de la conversación aquí.
A lo que iba, estaba en ello cuando me pregunté… ¿realmente queremos aprender?
Resulta que si preguntamos que es lo que más valoramos a la hora de decidir un puesto de trabajo nuevo o una mejora laboral, el aprendizaje continuo está en el 90% de los casos en el top 4 de las demandas (según Forbes, Harvard Business Review y el Observatorio de RRHH). ¿Podemos concluir que queremos aprender? Me temo que no sin matices… Si alineamos aprendizaje con crecimiento, desarrollo, acceso a mejores oportunidades sin duda la respuesta es rotunda: SI QUIERO. Pero ahora bien… si lo alineamos con aumentar tu zona de confort, experimentar el cambio, hacer prospección sobre lo desconocido o proyectarnos en un entorno de incertidumbre… la respuesta es también rotunda: NO QUIERO. (No saltes al final del artículo pues es donde realmente me mojaré, antes por favor veamos una serie de razonamientos y preguntas que me gustaría plantear).
Ocurre que esta dualidad es totalmente natural e incluso coherente. Evolutivamente estamos predispuestos a evitar los cambios y mantenernos en entornos de seguridad. Por tanto, ¿quién en su sano juicio quisiera cambiar? Ojo no lo digo yo lo dice la genética evolutiva. Pero… también el contexto evolutivo ha dotado al ser humano de la capacidad de adaptación y ello no es sin la capacidad de aprendizaje. Somos tremendamente resilientes y por ello tenemos una alta capacidad de aprendizaje. Entonces Borja, en que quedamos. En qué hay una pequeña diferencia, que es crucial. La primera es que como individuos queremos vivir en nuestra zona de confort, sin duda (huye de los «coaches» de Mr. Wonderfull por favor). Mientras que la segunda actúa a nivel de grupo, sociedad, equipo. Es un acto de supervivencia y que se dispara cuando el entorno cambia y hay un impulsor que por necesidad te hace aprender, querer aprender y crea la necesidad de aumentar tu zona de confort.
Volviendo al entorno profesional, cuando preguntamos a las personas sobre que quieren aprender encontramos serias dificultades para poder definir un plan de aprendizaje ya que no tienen contexto de hacia donde van ellos/as mismos/as profesionalmente ni hacia donde van los negocios por ejemplo, ni que decir que tampoco sabemos hacia donde va la sociedad. En este entorno de incertidumbre es obvio que se hace complejo decidir cuándo se nos da plena libertad. Necesitamos liderazgo y orientación de expertos/as, metodologías y técnicas de aprendizaje continuo. Por otro lado, enseguida surge la disyuntiva entre especialización o generalización. Ante un contexto como el que ya conocemos parece que no es muy inteligente especializarse en un conocimiento concreto, pero quedarte en la generalidad no te diferenciará y por tanto dejarías de optar a ciertas oportunidades. Por tanto… parece que debemos nutrir un modelo en forma de T donde en la horizontal aprendamos y adquiramos conocimientos generalistas mientras hacemos verticales de especialización. Y es aquí donde lo que necesitamos en los planes de carrera son estrategias de aprendizaje continuo para hacer la horizontal cada día más larga y cada vez mayor número de verticales aunque de diferente longitud.

Ahora bien, sin duda aprender requiere de esfuerzo y dedicación, aunque sea simplemente por tener que dedicar cierto tiempo a ello y grandes dosis de constancia. Hay muchas maneras de aprender y no todas las personas aprendemos igual. Pero en común tenemos que nos cuesta esfuerzo. ¿Estamos dispuestos a ello? Lo socialmente aceptado es responder que nos gusta aprender… ¿pero es esto así?
¿A caso no es verdad que nos ponemos serios con el tema de aprendizaje cuando ha pasado algo? Me explico, porque esta pregunta me temo que no soy capaz de formularla del todo bien. Quiero decir, aprendemos cuando lo necesitamos, cuándo nos vemos empujados a ello. Ojo es una generalización, lo sé. Pero si va todo bien, ¿para qué aprender? ¿Por mera supervivencia? Entonces…¿queremos aprender? ¿se está convirtiendo el aprendizaje en una tarea profesional más? En realidad debería ser una competencia, «aprender a aprender», creo que es ahí donde debemos profundizar e investigar más. No como proceso pues eso ya la neurociencia tiene las respuestas. SI desde la pedagogía y las humanidades.
¿Es esto cierto? Sinceramente no lo sé, y por eso escribo este post, porque tengo serias dudas.
Como veis, últimamente lanzo mas preguntas que respuestas y es que me he vuelto muy Socrático. Cada día estoy mas convencido que el camino del aprendizaje y la cocreacción de nuevo conocimiento, aquel que necesitamos para despejar la incertidumbre y el futuro incierto en el que vivimos, viene de hacernos cada vez mejores preguntas más que de dar buenas respuestas. Somos muy buenos respondiendo porque desde pequeños nos han enseñado a ello, superar exámenes y responder constantemente las preguntas de nuestros/as maestros/as y profesores/as. Pero es momento de aprender a hacernos buenas preguntas porque en la búsqueda de sus respuestas estaremos generando conocimiento nuevo, aprendiendo y mirando dentro de nosotros mismos.
¿Me ayudas a responder alguna de las preguntas aquí formuladas?
Como optimista digital, os avanzo que creo en las personas y en el aprendizaje. Por tanto, defiendo que todos y todas queremos y nos gusta aprender, pues entre otras cosas nos genera satisfacción y dopamina (la hormona del placer). Por mi experiencia y aprendizajes sobre la materia mi conclusión va más por la línea de que lo que ocurre es que lo que no nos gustan son las formaciones aburridas, los aprendizajes tediosos y el memorizar así como la repetición. Por tanto, los que a esto nos dedicamos tenemos una gran responsabilidad para diseñar experiencias de aprendizaje memorables, facilitar el aprendizaje a través de la personalización y construir contextos de aprendizaje colaborativos, sociales y significativos, útiles.
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